“Elogio de la elocuencia”
Por Candelaria Carreño
Una persona convencida es una persona que cree en algo, a tal punto que pretende que un otro también crea férreamente en una verdad, su verdad. Cuando el convencido no se da cuenta de la posible contradicción en la que cae su razonamiento, oscila muy cerca del fanatismo. Y cuando no notamos contradicción en su postura, ya cruzamos el límite: fuimos convencidos.
Los convencidos que forman parte de las cinco historias del último largometraje de Martín Farina, se ubican de uno y otro lado: están seguros de lo que piensan y, a veces, pretenden convencer. Dividida en cinco capítulos, cada uno con intertítulos y nombre específico, los y las convencidas que aparecen en el documental pondrán a disposición del espectador las razones de sus opiniones y puntos de vista. En el primer capítulo una veintañera vende un sistema financiero que hace agua, y suena cercano a un esquema ponzi; en la siguiente historia, oímos discusiones entre una madre y un hijo sobre las posibilidades y límites del peronismo y el neoliberalismo como modelos políticos de gobierno. Un grupo de ex colimbas –las conversaciones del cortometraje El brazo de Whatsapp (2019) resuenan en esta escena– se juntan a cenar y comentan sobre abusos en la iglesia, mientras comen el postre. Otro grupo de hombres, esta vez una generación más joven, discuten sobre capitalismo, ética, moral, alrededor de diferentes comentarios de la película Hambre de Poder (John Lee Hancock, 2016), mientras se toman la cerveza post partido de fútbol. El último capítulo, quizás el más divertido para el público cinéfilo, es la discusión sobre Roma (Alfonso Cuarón, 2018), que mantienen Willy Villalobos y el humorista gráfico Langer.
Ninguna de las historias se relaciona entre sí, excepto por la manera en que sus protagonistas exponen sus sistemas de creencias. Desde la simpleza y el accionar cotidiano. Los relatos, además, se caracterizan por incluir personas que pertenecen al círculo cercano de quien filma: amigos, familiares, personas allegadas. De esta manera, la cámara se vuelve una observadora perspicaz, que tiene la eficacia de pasar –especialmente en los planos que filma conversaciones entre amigos– inadvertida, y quienes se encuentran del otro lado, holgados, charlan casi como si no estuviera. El blanco y negro impera en todas las escenas, pero el tono particular en la película está dado por el montaje, motorizando una estructura narrativa determinante, que incluso puede jugar con la posibilidad de la ficción y la mera observación documental; o la puesta en escena y el dato observacional, poniendo en jaque y rompiendo el pacto con el espectador. Incluso, en películas tan disímiles entre sí, como El Fulgor (2021), El Lugar de la desaparición (2018) o Náufrago (2022) la composición fragmentaria y fragmentada de la concatenación de escenas, que implica a veces la disyunción entre imagen y sonido, se leen como una tonalidad característica en la filmografía del cineasta, convirtiendo al montaje en una herramienta técnica y estética de sus películas.
En Los Convencidos el montaje también remarca las sutiles ironías, que funcionan en clave humorística, durante conversaciones tan cotidianas como una charla telefónica entre madre e hijo, una charla post-partido de fútbol, una cena entre amigos, donde se develan por un lado las contradicciones propias de quienes quieren justificarse, y por otro la posibilidad de ser un reflejo donde espejar los posibles puntos de vista de quienes miran. También, como instancia de reflexión en donde temas como capitalismo, neoliberalismo, populismo, capital, cine y representación, rondan en estas charlas cotidianas que no por ser discurso de a pie, dejan de plantear grandes interrogantes.
Titulo: Los convencidos
Año: 2023
País: Argentina
Director: Martín Farina