“Vida más acá de allá”
Por Miguel Peirotti.
Ciencia ficción argentina de autor. Suena bien. Tristemente es poco usual (suena mal). Por suerte Fernando Spiner se ha probado este traje de intranauta cinematográfico con anterioridad (La sonámbula, Adiós, querida Luna) y tanto en uno como en otro registro (¿retro-noir futurista?, ¿comedia espacial lisérgica?) ha surgido ileso y digno de las experiencias. Si Quentin Tarantino dice que para ser un director de westerns se necesitan tres películas del Oeste terminadas, creyéndole podemos decir lo mismo sobre los artesanos de este género y, si así fuera, Spiner ya es un director de cine de Ciencia ficción hecho (en Argentina) y derecho (al espacio).
Programada en la Selección oficial fuera de competencia del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, Inmortal es un producto cuya calidad le permite sobreponerse, por ejemplo, a uno de los defectos históricos del cine parlante: los desbordes explicativos en el guion, que podrían haberse resuelto con gramática visual:
Belén Blanco: “¿Venís del país de los muertos?”.
Analía Couceyro: No es el país de los muertos. Es una dimensión paralela a la nuestra donde se conservan imágenes de la vida real. Es como un álbum de fotos pero vivo”.
Explicado. Entendido. A otra cosa.
Tampoco se ofrecen suficientes pistas para saber por qué el personaje de Blanco se enamora del de Diego Velázquez. Las pistas están escritas en el guion pero las imágenes que vemos no pueden equilibrar su oratoria y la información sentimental se pierde como un códec que nos hizo falta para ciertos enlaces dramáticos. Inmortal de todas maneras empieza, se desarrolla y termina con emoción, y si marcamos esos desajustes es porque desde ellos se erige la mayor virtud de Spiner como director: saber filmar con pocos recursos una película de género que cuenta la probabilidad de mundos paralelos desde la captura de la atención de inicio a fin, y en esto tienen que ver, además, la música que compuso Natalia Spiner, que refracta adecuadamente el clima de opresión existencial y asfixia de un tiempo presente alterado por la inquietud, y el oficio de la actriz Belén Blanco, quien ha sido desde fines de los noventas uno de los rostros más personales del cine argentino. Por el contrario, la empresaria pérfida que interpreta Analía Couceyro pertenece a otra película. Su actuación es caricaturesca, un estereotipo surgido de los encuadres aberrantes de una historieta expresionista. Esta objeción no tiene tanto que ver con su oficio como actriz como con la clase de registro desequilibrado que instala en la película, un detalle que sobresale cuando interactúa con Daniel Fanego, un actor cuya técnica permite que sus composiciones oculten más que lo que desea poner en evidencia. Quizás el desmérito aquí sea de Spiner.
Lo primero que oímos en Inmortal es algo que escuchamos con extrañación (atractiva pincelada para una película de este tipo): sobre fondo negro sutilmente irrumpido por hexagramas una mujer china lee fragmentos del I Ching, el “libro de las mutaciones”. Estos míticos oráculos de origen taoísta y remoto afirman en su médula que “la materia es sólo una manifestación pasajera de un principio más profundo”. Es una de las descripciones escritas más antiguas sobre la inmortalidad. Ana Lauzer, el personaje que lidera Inmortal, es una fotógrafa argentina radicada en Roma que se encuentra ante la necesidad de volver a Buenos Aires cuando muere su padre para redimirse cara a cara con la mortalidad; finita o interminable, la vida nunca es lo que quisiéramos. Pero para terminar lo que no sabe que vino a hacer Ana Lauzer primero deberá ser la protagonista de una incursión a los campos impalpables de Leteo, una dimensión paralela en el que se puede hasta tomar un café con los muertos, cuyo portal de ingreso es un núcleo incandescente dorado de unos dos metros de diámetro que emana vibraciones y energía cuantiosas, un detalle del diseño conceptual de Inmortal que quizás se hubiera visto mejor en una película de Hollywood de coordenadas presupuestarias e intenciones disímiles.
Sin embargo, las películas reclaman su personalidad no por la suma de sus partes, y la totalidad de Inmortal es una obra personal que representa el cine de género de calidad que nos están debiendo los cineastas locales. También nos cuenta que la ficción está presente en las fantasías que elucubramos a diario, en las miradas de quienes se interrelacionan con nosotros y en los pensamientos secretos de todo el mundo. En Inmortal la fantasía está representada vívidamente, como si siempre hubiera estado primero que la realidad. En la vida real nos sigue costando discernir los límites de una y otra. En esos intersticios se cocina el futuro de la Ciencia ficción.

Titulo: Inmortal
Año: 2020
País: Argentina
Director: Fernando Spiner
