“Museo de la desesperanza”
Por David Sebastian Rodriguez
En el film Tetris de Jon S. Bair, la voz principal, dice que Moscú parece una ciudad congelada en el tiempo mientras el ojo de la dirección devuelve imágenes de edificios monumentales donde el color grisáceo de sus fachadas es predominante. Seguramente, ese congelamiento devenga de la comparación con su cosmovisión Occidental. Lo curioso es que Marusya Syroechkovskaya, la directora de How to save a dead friend, comienza su film mostrando montañas de cemento con cientos de luces que salen por las ventanas como si fuera una reunión de consorcio entre luciérnagas. Luego de unos minutos, las siguientes escenas muestran el funeral de Kim donde familiares y amigos despiden al joven suicida. Se puede ver en primer plano, dato no menor, cómo una de las manos de Marusya aprieta un montículo de nieve. Bien puede ese gesto condensar la impotencia y el estado de desesperanza de una generación que se crió en un tiempo de hostilidad y desesperanza donde el binomio motivación-desmotivación era predominante. La línea de tiempo del film comienza y termina con los discursos de año nuevo de los presidentes rusos en ejercicio: Yeltsin, luego Putin, Medvedev, Putin, Putin…
La semejanza con Ian Curtis y Kurt Cobain es un hilo conductor para expresar que la juventud que filma está completamente desilusionada. Sin embargo, las apelaciones frecuentes a Kurt Cobain son llamativas porque la primera parte del film, que es hasta que Kim profundiza su relación con las drogas, se entrevé una sutil comparación y una reivindicación del líder de Nirvana. Lo cierto es que la directora parece querer presentar ese pasado con el entusiasmo de la primera vez y quizás es el punto débil del film dado que se amalgama con lo grisáceo del paisaje. Mark Fisher escribió que las zonas culturales “alternativas” o “independientes” repiten interminablemente los más viejos gestos de rebelión que conducen a una lasitud espantosa y a una furia sin objeto.
Por otro lado, aparece desde varios aspectos el fantasma de la depresión dado que el ya nombrado binomio motivacion – desmotivacion formó a los jóvenes de la denominada Federación Depresión, incluida la pareja protagonista. Una frase lapidaria conmueve a la audiencia preparándola para lo peor: “Hay quienes creen que Rusia es solo para los rusos, pero todos saben que Rusia es para los deprimidos.” Aquí, la perspectiva de la directora cambia porque no presenta a la enfermedad como algo natural sino como una consecuencia política. Es eso lo que lleva, en palabras de Fisher, a la pregunta sobre la aceptabilidad de que tantas personas jóvenes padezcan depresión. Queda pensar, mientras el cuerpo de Kim es enterrado, que la única manera que existe para que la Federación Rusa funcione bien es que la otra federación, la de la depresión, mantenga los mismos estándares.
Al fin y al cabo, habría que preguntarse cuánta ficción cabe en un documental y cuánto de realidad en una ficción. Roger Koza dice algo muy interesante: La ficción contradice y desteje la línea recta sin matices que define la vida laboral e incluso la estabilidad de la vida afectiva. En la ficción, un destino ordinario puede conjurarse por un desvío y la intensificación en los detalles que trastoca la eficiencia de las costumbres y las rutinas. Dicho así, ficción y realidad cotidiana pueden entreverse como líneas paralelas, más allá de que ese notable empleo de la imaginación libera del yugo de lo previsible. Vale esta reflexión porque el film toma diez años de la vida de Kimi y Marusya y lo cierto es que el trabajo de montaje de tanto material disponible, no solo obliga a desechar, también da licencia para ficcionalizar una vida oscura y fragmentada que es consecuencia de las luces de la gran ciudad.
Titulo: How to Save a Dead Friend
Año: 2022
País: Suecia
Director: Marusya Syroechkovskaya