“La cultura laboral del patriarcado”
Por Rocío Rivera
Muy a menudo escuchamos hablar de la cultura de la violación, ¿pero qué significa esto? A grandes rasgos, podemos decir que es la forma de vivir y desenvolverse como mujer en una sociedad que cosifica, justifica y motiva la invasión del espacio personal del cuerpo femenino por parte de otros agentes de la sociedad, ya sea por medio de un mal llamado “piropo” (¿quién pidió esa opinión por el simple hecho de caminar por la calle?), una mirada intimidante e incómoda, cualquier forma de lo sexual sin consentimiento y la lista tristemente podría seguir… y más triste es que en muchos elementos de la cultura, como en películas o series, se romantiza o erotiza estas prácticas espantosas y dan vuelta la situación volviendo acosadora a la acosada, buscada y seducida (como en Atracción Fatal), la terrible Misery… entre otras. Pero, llamativamente, no se muestra así a Joe Goldberg en la serie de Netflix You, él sí tiene una patología psicopática que se reafirma en la segunda temporada… pero no.. él no es un loco… él es un tipo más. Tenemos que desplazarnos hasta Israel para, hoy año 2020, encontrar un film que muestre la espantosa situación de acoso, sin exageraciones, sin romanticismo, ni justificaciones, ni erotizaciones, sino con todo lo triste, psicopático, traumatizante y desmoralizante que es sufrir una situación de abuso de poder de este estilo. Todo esto y más presenta El Acoso, el nuevo film de Michal Aviad, quien se mete de lleno en la injusticia, incomodidad y desigualdad entre un jefe y una empleada en una empresa inmobiliaria.
La película de forma lenta, paulatina va desarrollando y mostrando la vida de Orna, una joven casada con Ofer y madre de tres niños que decide comenzar a trabajar en el negocio inmobiliario. Con gran ímpetu y dedicación, Orna se desenvuelve con fluidez y éxito en este nuevo mundo laboral al que se enfrenta.. pero sin embargo, la tensión se siente en todas las escenas del film, no se entiende el por qué con claridad, pero se infiere a la perfección. Su jefe, Berny, es atento y muy servicial con ella, con pequeños y cuidados indicios la película desarrolla como es que el acoso laboral se vive, se siente, incomoda y desmoraliza a quien lo padece. No hay exageraciones, las actuaciones son minimalistas, las emociones se internalizan, no hay dramas, no hay una muestra obscena y reiterativa del conflicto de la película, y sin embargo, incomoda y angustia tanto la tensión que se logra construir con escenas de diálogos sin demasiada profundidad ni duración, que la actuación y la dirección actoral es digna de destacar. Esto es acompañado por algo que es aún más escalofriante que cualquier film de terror: todo lo que sucede en El Acoso, se desarrolla en espacios cotidianos de la vida de cualquier persona en cualquier parte del mundo: en la casa propia, la oficina, el trabajo, una reunión, una fiesta… la extrañeza de lo cotidiano devenido en el miedo que sufrimos siempre las mujeres todos los días en cualquier sitio, ya que por el simple hecho de ser mujeres sabemos que nuestro cuerpo es un blanco perfecto.
Y entonces, sucede. Sucede el clima máximo de un acoso, porque el acosador solo mantiene esa condición enferma hasta que se siente lo suficientemente avalado en su realidad psicótica para cambiar de estatuto: de acosador a abusador. Y aquí se presenta el meollo del film y de todas las situaciones de abuso: el mismo es la situación traumatizante que una víctima sufre pero, que si sobrevive, vale la pena aclarar, es la punta del iceberg a lo que se debe enfrentar. ¿Por qué? Porque nunca se cree cuando una mujer realiza una denuncia por acoso, violación o abuso. En una sociedad donde todo el tiempo el cuerpo de la mujer es estigmatizado, estereotipado, exhibido cuan mercancía, apropiado por el ojo ajeno, intervenido culturalmente por modelos que se imponen, cuando una mujer denuncia alguna situación de éstas, su palabra no es tomada con seriedad, sino que se buscan las mil y una excusas para dar por tierra la acusación o, en caso de no poder hacerlo, para justificar el porqué del hecho.
Eso es la cultura de la violación, acá o en Israel. Y eso le sucede a Orna, no solo tuvo que padecer todas las incomodidades que su jefe le propiciaba anteriores al abuso, para luego llevarlas al máximo del abuso de poder, posteriormente la vejación en sí, sino que luego debe padecer todas las dudas de su familia respecto a esta situación, la imposibilidad de no poder dejar ese trabajo por capricho de su jefe y la dificultad económica que eso le conllevará, ya que no solo se quedará sin trabajo sino que, al denunciarlo puede quedar estigmatizada, en una cultura tan machista y conservadora como la israelita, y no poder conseguir más trabajo. No es su autoestima (como algunas sinopsis onlines están postulando) lo que ella siente ultrajada en su abuso: es su condición de ser humano libre e independiente para tomar decisiones, al mismo tiempo que se refleja la desigualdad de clase y de género que le depara la cotidianidad israelita para con las mujeres, y específicamente en este caso, las trabajadoras.
El Acoso muestra una realidad que duele, golpea y padece más de la mitad de la población mundial: las mujeres. Y no solo lo realiza de forma orgánica, minimalista, realista, empática y humana, sino que la inscribe en una cultura en la que aún con mayor saña, injusticia y desigualdad se considera a las mujeres: un país dominado por extremismos religiosos que muchas veces llevan a tomar posturas retrógradas y misóginas, que perpetúan y justifican la brecha desigual de género, que en otros films que tratan esta problemática, como Persépolis (2007), La Bicicleta Verde (2012) o The Breadwinner (2017), han tenido que recurrir o al recurso de la animación o al recurso de la subjetividad de la mirada de lxs niñxs para mostrar la desigualdad y la injusticia, lo que distingue y pondera a El Acoso ya que tematiza esta problemática de forma clara, directa, realista y cruda⚫
Titulo: Isha Ovedet
Año: 2018
País: Israel
Director: Michal Aviad