Las Instancias del Fuego mi segundo largometraje en formato en super 8 en el cual estoy trabajando hace más de dos años y medio se fue construyendo desde lo artesanal, desde lo no inmediato, esculpido en esperas y minuciosidades. La decisión de incluir diapositivas famliares intervenidas excedía la cuestión biográfica y archívistica del film. Responde a una idea de yo soy también otra. Soy todas esas otras mujeres que aparecen desdibujándose y a su vez emergiendo en el film. En esa idea de pérdida, construí a Alicia, “la verdadera” según su etimología griega.
Yo Alicia, Evité todo este tiempo el corazón de las cosas donde todo sucede.
¿Será que nos iluminamos solo ante lo bello del ahogo?
Ahora estoy segura de eso. Ya no hay cercanía.
Solo esto que nos despedaza de a ratos.
Ya no soy lo erótico. Ni tu sueño.
Soy unidimensional y estoy dominada por ella.
Y en ese intento de recuperarla a Alicia de esa borrosidad de los márgenes de la historia personal, Camilo Adrián Martines me ofrece pintarlas a mano, superponerlas, en un intento de devolvérmela, para quedármela.
Yo, Alicia. Ella, la delicada de brazos finos, de extremidades que sobresalen largas y exquisitas. La vulnerable. Hoy soy esta mujer, de panza incipiente y algo encorvada. La que le tiene miedo al colesterol en sangre y a las erupciones de piel en su brazo izquierdo.
Si, fui bella alguna vez.
Bella como quizás vos me recordas.
Ahora solo tengo deseos de que mi casa este en silencio, limpia y ordenada.
Todos estos años tus deserciones fueron como truenos.
Sin embargo, te sueño rodeado de esos árboles inmensos, leyendo debajo de ellos.
Pero yo estoy vacía.
Sí, tan sofisticada en este vacío entrenado.
Y así, sin embargo, sobrevienen las intensidades dolorosas de convertirnos en un binomio de oro
para lograrnos eternos.
Claro, la ferocidad del deseo es hermosa. Pero no la sobrevivo.
Y vos, ¿cómo haces para evitar pensarme? Sabemos que los estados extremos
y los axiomas no sirven para nada
En ese uso de imágenes pensativas (Rancière) Martines le da voz a Alicia en su praxis materializadora:
La experiencia de intervenir diapositivas ha implicado una relación con algo de las historias que están en esas fotografías. Los colores y las formas de imprimirlos sobre ellas, están en relación a las historias que imagino, y a cómo siento que esas historias debe reafirmarse o, por el contrario, proponerles una modificación sustancial.
Considero que las nuevas tonalidades, de alguna forma, están ya en esas imágenes, quizás escondidas como otras historias posibles que esperan ser propuestas o rescatadas.
La superposición de diapositivas implica, de alguna manera, ayudar a que las historias se potencien, se encubran o se amalgamen.
El uso intensivo de amarillos, rojos y celestes genera, en mi percepción de esas narraciones, dejos de alegrías o esperanzas que esas fotografías retrataron, y que ahora, pugnan por no ser olvidadas. Se resisten, como pueden, a un devenir implacable.
Pretendo que esos colores ayuden a esas emociones a mantenerse agarradas del material, antes de caer al vacío del olvido. (Camilo Adrián Martines).
Fragmento del texto-film “Las Instancias del Fuego”:
El color gris es igual al rojo y junto al plástico se convierten en acero.
Caí.
Caminamos en una esfera de fuego perpetua.
A la espera de estados luminosos de nuestros desaciertos.
Y así la medida de nuestra tristeza.
Aquí nos iluminamos,
nos disipamos…buscando.
Pero no hay formas para esto.
No ser.
Los intentos del pasado.
Los designios superiores.
Y ahora la extensión del cielo descendiendo sobre nosotros.
Alicia citará a Heráclito mientras se convence de su último ahogo:- “el fuego vive de la muerte de la tierra y
el aire vive de la muerte del fuego. La muerte del fuego es el nacimiento del aire.
Y la muerte del aire es el nacimiento del agua”.
Ay, qué difícil es luchar contra el corazón…
En la fragilidad, rearmo mi lucidez.
Sin embargo, los árboles, las paredes, los muebles de nuestra casa se me vienen encima.
Y así, las razones discordantes y los vacíos difíciles de soportar estando descubiertos de todo. Ahora, juntamos lo completo de lo incompleto para escaparnos hacia una rebelión de abrazos. Después, la carencia y nada queda.
El llanto de nosotros empujando de espaldas al mismo cielo.
Alguna vez quisiera dormirme a tu lado, me digo…
No hay teorías, no hay ideales en la aversión. Esquivo la verdad. Lloro un poco. Me rompo. Me alejo. Lo intento.
Siento, como en una canción que nunca escuchamos, que los dos nos estamos muriendo.
Los estados del amor. Sus incontables circunstancias oceánicas de tragedia y ternura. El ardor se consume en las sombras.
¿Esta es la mecánica humana de la repetición?⚫