Blaze(2022), de Del Kathryn Barton

“La imaginación de lo real”

Por Lucas Greco

La imaginación puede ser un lugar, o un estado, tanto de autoconocimiento como de aprendizaje. Permite circular por un mundo, de algún modo, adherido a lo material, pero que sin embargo  también es susceptible a ser constantemente deformado en nuevas percepciones. En esta película de la directora australiana Kathryn Barton la experiencia sensorial de una niña se vuelve fantasía  para poder sobrellevar un mundo traumatizo desde sus mismas fundaciones sociales y burocráticas.

Según el filósofo escocés David Hume la imaginación es una parte importante de la creación artística porque es fundamental para la adquisición de creencias y conocimientos. A su vez, divide las percepciones de la mente humana en impresiones e ideas, basándolas en sentir y pensar respectivamente. Para Hume son dos las facultades humanas por las que pueden reproducirse esas impresiones: la memoria y la imaginación. En este entrelazamiento, y por momentos una suerte de fusión entre ambas formas, se encuentra el núcleo del film. Si por un lado los recuerdos son más vivaces, consistentes y refieren a un punto referencial que marcan la vida de uno, por el otro la fantasía, más ondulada y lánguida, requiere de una fuerza del espíritu para ser alimentada y mantenida. 

Blaze, una chica de 12 años, presencia una violación donde la víctima luego muere. A partir de ese momento, la niña se verá inmersa en un proceso psicológico interno y con el cual deberá lidiar para poder sobrellevar toda la situación. De esta manera, emergen mecanismos relacionados tanto con el trauma como también de defensa ante semejante recuerdo. Sueños, pesadillas, un dragón y glitter configuran un espacio de ilusiones e inventiva al servicio de una mente que quizás no comprende realmente todo aquello de lo que fue testigo. Asimismo, esta capacidad imaginativa de la protagonista se relaciona con el proceso de crecimiento hacia otro estadio de madurez y aprendizaje.

Ese universo personal dialoga con el real. Entonces, se evidencian todas las instancias respecto a la investigación policial y judicial del hecho. Estas etapas burocráticas, que van construyendo también la experiencia propia de la niña, tiñen de desencanto aquello que su creatividad intenta paliar. Su afán de curiosidad, lleva a Blaze, por su lado, a hacer su propia investigación para abarcar realmente lo sucedido. Las dinámicas sociales que se retroalimentan en sus propios mecanismos de análisis de lo que sucede en sociedad se configuran con las propias averiguaciones personales de una individualidad que también quiere comprender.

Su figura paternal, Luke, embebida en esa imagen paternalista de cobijo y consolación intentará acompañarla durante el proceso, a su vez que también le será a él un aprendizaje propio.

Ambos mundos de impresiones y memorias irán delineando el trazado tanto narrativo como psicológico del film. A raíz de un evento traumático se disparan movimientos internos de un espíritu que quiere hacer de lo visto una creación nueva para poder soportar una realidad que la encierra en sí misma cada vez más. Tanto el sentir como el pensar acarrean fantasías que se radican en lo más profundo de la mente que constantemente se alimenta de aquello sensible.

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