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CALIGARI

Cavalo Dinheiro (2014), de Pedro Costa

“Los recuerdos de Ventura”

(Publicado originalmente en Revista Caligari Año 1 – Número 1)

Por Ian Quintana.

Cavalo Dinheiro se inicia con una serie de fotografías de Jacob Riis, un inmigrante danés que llegó a Nueva York en 1870, sin un centavo en el bolsillo y con un pequeño perro que lo seguía a todas partes. El joven de 21 años que llegaba para cumplir el sueño americano, se encontraría en realidad con la cruda experiencia de los inmigrantes, que en multitudes arribaban al país del norte con el fin de encontrar una vida mejor. La industrialización, el capitalismo establecido, y la turbulencia social producto de la Guerra Civil, generarían años de pobreza y penuria en los grandes contingentes que llegaban de Europa. Riis conoció en carne propia las insalubres condiciones de vida de los inmigrantes, los asentamientos étnicos, los asilos y los refugios, y con una cámara y espíritu de periodista registró esos lugares y a sus gentes. Niños durmiendo en el suelo, mujeres cargando a sus hijos, hombres duros y débiles, grandes ambientes compartidos, callejones y puentes. Esa fue la luz que se expuso en los fotogramas de Riis. Luz que un siglo después utilizaría Pedro Costa para dar inicio a su película. Y no es extraño que lo haga de esta manera. Porque Riis tiene los los mismos propósitos e intenciones que Costa: buscar un retrato fiel, honesto y directo de la situación que viven los marginados en su país.  

En distintas latitudes, en distintos tiempos, la idea es la misma. Costa trabaja, desde los años noventa, con los residentes del barrio de Fontainhas, un distrito extremadamente pobre de Lisboa en el cual vendedores ambulantes, indigentes, emigrantes de las colonias y adictos comparten vida y habitaciones.

Comenzó revelando sus historias con Ossos (1997) un crudo relato familiar en el que una joven pareja debe hacerse cargo de un hijo no deseado mientras deambulan por la ciudad en busca de un techo y dinero. En esta película Costa aún no alcanza el estilo con el que trabajará luego. Narra la historia desde una estructura clásica, con la frontalidad y el distanciamiento formal del cine europeo, valiéndose de un lenguaje tradicional y de una forma de rodaje convencional. Con su siguiente película encuentra al fin una nueva forma de hacer y de concebir el cine. Después del éxito de Ossos, Costa sigue profundizando en las condiciones de vida de los residentes del barrio de Fontainhas pero se encuentra frente a una contradicción. Acercarse a un grupo de excluidos con un gran equipo técnico y con grandes artefactos de producción para revelar la precariedad en la que viven sería por lo menos hipócrita. No podría jamás encontrar la esencia de las personas, revelar sus almas, si a ellos se acerca bajo el resguardo de una gran producción cinematográfica.

Costa estaba gestando un cine de resistencia, nacido desde un profundo compromiso con la realidad que veía y debía, para ello, crear una nueva forma de hacer y pensar su cine. Equipado de una cámara mini DV y con dos o tres personas como equipo técnico, realizaría sus siguientes películas, internándose e integrándose durante años en el barrio lisboeta y trabajando en conjunto con los residentes para construir entre ambos la historia. En No Quarto Da Vanda (2000), crean un film de una sensibilidad y complicidad radicales. La larga duración de la película, sumado a sus extensos planos fijos, en formato 4:3 y con luz natural, genera una vivencia única, en la cual los personajes se revelan lentamente y en cada palabra que forzosamente pronuncian descubren una parte de su alma. No estamos distanciados de los personajes ni somos ajenos al relato esta vez, por el contrario, vamos asimilando los espacios íntimos desde el respeto y la cortesía para encontrarnos con la terrible realidad en la que viven esas personas. No se trata de construir un cine social de denuncia sino de erigir un fuerte compromiso con las clases marginadas para dar a conocer esas vidas que plenas y libres se desenvuelven en los lugares que no solemos mirar. 

Costa seguirá al barrio nuevamente en Juventud en Marcha (2006) en donde el personaje de Ventura, un obrero jubilado abandonado a su suerte, guiará los sucesos de la película. Minimiza esta vez el argumento para transitar libremente por el barrio de Fontainhas y poder capturar a través de la luz y el encuadre su realidad física y emocional. A través del trabajo con la geometría de los espacios, las texturas, el color y las sombras, Costa encuentra el lirismo escondido detrás de las crudas historias que registra con su cámara.

Su estática y envolvente atmósfera impregna en el espectador una mezcla de melancolía y desesperación que continuará trabajando en Cavalo Dinheiro. Una exacta continuación de la historia de Ventura, que más viejo y enfermo, intenta construir una vida signada por un pasado terrible y un futuro incierto. 

Ventura camina lentamente por un estrecho pasillo de paredes de piedra. La oscuridad envuelve su frágil cuerpo mientras se acerca a una cámara frente a él. Sus manos tiemblan y los pies vacilan. Su mirada busca algo en el horizonte, curiosa y perdida no lo encuentra; un foco de luz lastima y domina sus ojos, cual si fueran los recuerdos de una vida trágica que ahora deberá volver a enfrentar y que le duele en lo más profundo de sí. Con su andar cansino Ventura ingresa en lo que pareciera ser una cárcel – hospital. Es el calabozo de su memoria que lo acorrala en la soledad. 

En este film Costa se apropia de los recuerdos de Ventura y construye con ellos toda su película. Trabaja principalmente con lo sucedido tras la Revolución de los Claveles en el año 1974, un hecho clave en la historia de Portugal. Ventura vivió esos años acosado por el miedo, escondiéndose de los soldados mientras una enfermedad invadía su cuerpo. Luego de la Revolución, Ventura tiene que jubilarse y dejar su trabajo como obrero, debido al vértigo que padece. Años después sería diagnosticado con esquizofrenia. Desde entonces su estado físico y mental empeora paulatinamente. Las consecuencias de años y años de vida terrible han corrompido su cabeza, convirtiéndose en la triste y sombría figura que deambula por los pasillos de esta cárcel – hospital.

A partir de esta breve excusa argumental (el mal estado de salud actual de Ventura) el Director se propone introducirnos en distintas emociones y estados a partir de los recuerdos de su protagonista. En este film el espacio se torna aún más abstracto por el trabajo del encuadre y la iluminación. Ya no podríamos decir que estamos en un lugar específico, describiendo la realidad de un pueblo⚫

Titulo: Cavalo Dinheiro

Año: 2014

País: Portugal

Director: Pedro Costa